Ir al contenido principal

Un abrazo

...que comience en este mes de enero,
limpio, sin que nada, ni nadie, 
se interponga entre nuestros cuerpos.
Y amarte, mucho, y siempre.
Porque ya no tengo elección.
Y en realidad nunca la tuve.
Porque ya estabas en mi corazón
antes de que me diera cuenta.


© María Beltrán Catalán

Comentarios

María (LadyLuna) ha dicho que…
¡Hola!
Ando de exámenes, pero vi esta imagen y se me ocurrió escribir lo que habéis leído.
¡Un abrazo!
David García Felis ha dicho que…
Sentimiento puro, sutil, eso es lo que veo en este texto.
Gracias por compartir ese don que tienes para escribir.

¡Besitos!
Xanti. ha dicho que…
¿Qué te voy a decir que no sepas ya?
Digamos que, por las circunstancias, esta vez tu texto me ha llegado de pleno, más de lo que te podrías imaginar.
I miss U!

<3
JUAN PAN GARCÍA ha dicho que…
¡Ay, qué ternura en ese abrazo!Te deseo la felicidad que expresas en estos versos.
¿Las palomitas son para antes o después?
¡Venga, que tengas suerte en los exámenes!. Un beso
Mr. Potato With Mostaza ha dicho que…
Breve, bonito y curioso =3
Sese ha dicho que…
Y es que cuendo se ama no se tiene elección, sea para bien o para mal.

Un abrazo (y nunca mejor dicho)
TORO SALVAJE ha dicho que…
Requetebonito el poema.

Saludos.
Xevi CG ha dicho que…
¡Buenas noches LadyLuna!

Directo, sincero, bonito y tierno.
No dejes de dar abrazos así :)

Yo, como siempre, te envío mi abrazo mimoso.

P.D.: ¡Ánimo con los exámenes! :)
Jorge Santos ha dicho que…
(O resto do monólogo... não irias entende-lo
Nem te servirei eu de consolo ou conselho)
Afinal nada de novo acontece neste mundo velho,
Eu continuo oculto, morando frente ao espelho.
o teu,porque tu és como eu...como eu...

Joel matos
Escritora Laura M.Lozano ha dicho que…
Es precioso este sentir tuyo María, pero mejor es la capacidad para trasmitirlo con tanta pureza.
Un beso.

Entradas populares de este blog

Demetrio, un sapito agradable

¡Hola! Hoy os voy a contar una historia bastante curiosa sobre un sapito llamado Demetrio. Demetrio era muy grande, verde y con manchitas más oscuras en su piel. Tenía unos enormes ojos, aunque siempre estaban cansados y los párpados quedaban a mitad de sus pupilas casi. Su boca era grande, muy grande, y sus patas, cuando se estiraba, larguísimas. Había salido a pasear por el parque cuando un niño pequeño le vio. Entonces, corrió hacia él, alejándose de su padre, para darle un beso fugaz y volver a los brazos de quien había abandonado por un instante. Sus mejillas se hicieron redonditas. Os estaréis preguntando ¿No se puso colorado? Pues no; le crecieron las mejillas. Sí. Cosas de sapos. Resulta que esa mañana yo también había salido a dar una vuelta por el mismo sitio que él, y me lo encontré echado en un banco, suspirando. Se me ocurrió pensar que igual se sentía triste, así que le saludé. -Hola señor sapo. -Hola señora humana. -Puede llamarme Toñi. -Demetrio. -¿Por

La fuente y sus historias

-No puedo describir con palabras las sensaciones que vivo cuando vengo aquí. Los tiempos, la gente, las calles... todo ha cambiado -dijo el anciano, saboreando un aire de nostalgia al respirar profundamente. -¿Por qué sonríes, pues? La Font de Dins, Onda (Castellón) -Esa fuente, la Font de Dins. Las risas, las bromas, todo sigue ahí, con ella. ¿No es fantástico saber que hace ochenta años alguien veía lo mismo que tú ves ahora? Puedes imaginar la historia que quieras; es posible que encierre alguna realidad. -Al hablar, parecía estar en otro mundo, en otra época, en otros ojos, ¡quién sabe dónde! -Por ejemplo... ese trío de ancianos de aquella mesa, que beben y charlan. Dos de ellos son primos y solían jugar a cubrir con sus manos los orificios de la fuente cuando alguien se disponía a beber, de manera que, cuando el sediento ya tenía un pie en la fuente, otro fuera y agachaba la cabeza, el agua salía con tanta fuerza de repente que perdía el equilibrio y caía al agua.

Mi Navidad

Apenas faltaban unas horas para la Noche Buena. Mis vecinos habían insistido en invitarme a las cenas con sus respectivas familias, para celebrarlo, pero yo hacía tiempo que no tenía nada por lo que brindar. Mi familia se había ido reduciendo cada año, pasando de ser veinte personas alrededor de la mesa, a verme completamente sola. Supongo que es normal; una anciana como yo, sin hijos ni nietos. La gente parece feliz, incluso quienes no lo son, lo fingen. Las calles se visten de luces de colores para recordarme que el mundo está de fiesta, que yo no estoy invitada a ella. Es triste. Aquella noche ni siquiera preparé la cena. Echaba de menos la sencillez de la que preparaba mi hermana; en paz descanse su alma. Me acosté, intentando mantener la mente alejada de los villancicos navideños. Al día siguiente me levanté, como siempre. Mientras desayunaba, pensé en el consumismo masivo de estos días festivos. La gente no se planteaba si creía o no en la historia de Jesús, en los Reyes Magos,